El contrato termina. Las dudas comienzan. ¿Puedo quedarme más tiempo? ¿Debo pagar más alquiler? ¿Me devuelven la fianza? Si estas preguntas te suenan, no estás solo. Al llegar al fin de contrato, muchos inquilinos se sienten perdidos. No saber qué puedes exigir (y qué no) te puede costar caro.
Aquí te explicamos, con claridad y sin rodeos, qué derechos tienes al finalizar tu contrato de alquiler, qué debes evitar pedir y cómo actuar para protegerte.
¿Qué puedes exigir cuando finaliza el contrato?
Primero, sí: puedes exigir que se cumpla lo pactado. Si el contrato establece un preaviso o la devolución de la fianza, eso no es negociable. También puedes exigir la devolución íntegra de la fianza, siempre y cuando entregues el piso en buen estado y no existan deudas pendientes.
Además, si el propietario quiere que te vayas, debe avisarte con al menos cuatro meses de antelación. Si no lo hace, el contrato puede renovarse por un año más.
Lo que no puedes exigir (aunque te gustaría)
No puedes obligar al propietario a renovar el contrato si este ha cumplido con los plazos y te ha avisado correctamente. Tampoco puedes exigir quedarte en la vivienda sin un acuerdo nuevo. Terminado el contrato, se acaba también el derecho de uso si no hay prórroga.
Y cuidado con las reformas o desperfectos menores: si son por uso normal, no puedes exigir que los cubra el propietario. Ahí entran tus obligaciones como inquilino.
¿Pueden echarte cuando termina el contrato?
Sí, pueden. Pero no sin avisarte y no sin cumplir los plazos legales. Muchos piensan que, por haber vivido años en el piso, tienen derecho a quedarse. Pero la ley es clara. Y por eso conviene leer artículos como te pueden echar al acabar el contrato de alquiler, donde se explican las condiciones de forma sencilla.
La devolución de la fianza: punto de tensión
Una vez que entregas las llaves, el propietario tiene un mes para devolverte la fianza. Si detecta daños, puede descontar parte del importe. Pero no puede hacerlo por «gastos de pintura» si estos responden al uso normal o por simple desgaste.
Guarda siempre pruebas del estado en que entregas el piso: fotos, actas, mensajes. Te pueden salvar de un conflicto largo (y costoso).
¿Y si quieren subirte el alquiler en el nuevo contrato?
Si decides seguir y firmas un nuevo contrato, es legal que te suban el precio. Pero no todo vale. El propietario debe respetar la normativa y no puede imponer subidas desproporcionadas sin justificación. Hay límites que muchos desconocen.
Por eso, vale la pena leer sobre por qué subir el alquiler no es tan fácil como te hacen creer. Saberlo te da poder en la negociación.
Reparaciones y desperfectos: ¿de quién es la responsabilidad?
Otro clásico de cada fin de contrato: “Esto está roto, lo paga usted”. Pero, ¿es cierto? La clave está en el tipo de daño. Si es por desgaste normal, no te corresponde. Si es por uso indebido, sí. Para evitar confusiones, consulta guías prácticas como inquilino o propietario, quién se encarga de las reparaciones. Así sabrás a qué atenerte.
Negociar sin miedo: tus derechos están para ejercerlos
Muchas veces, los conflictos al final del contrato se deben a la falta de comunicación o a negociaciones mal planteadas. No tengas miedo de preguntar, de exigir lo justo o de negarte a pagar lo que no te corresponde. El conocimiento es poder. Y para eso están recursos como tu guía exprés para sobrevivir al mundo del alquiler. Léela antes de que acabe tu contrato.
Errores comunes al acabar un contrato de alquiler
- No avisar con antelación si decides no renovar
- Entregar el piso sin hacer un acta de estado
- No documentar entregas ni comunicaciones
- Aceptar subidas sin revisar la legalidad
Evitar estos errores te ahorra disgustos, dinero y tiempo.
Despídete del piso, pero no de tus derechos
El fin del contrato no es el fin del mundo. Es una oportunidad para cerrar bien una etapa, recuperar lo tuyo y negociar en tus propios términos. Recuerda: puedes exigir que se cumpla la ley, que se respeten tus derechos y que se te devuelva lo que corresponde. Pero no puedes pedir más allá de lo acordado.
Prepárate, informa y actúa con cabeza. Porque conocer tus límites también es parte de proteger lo que es tuyo.